lunes, 21 de junio de 2010

Pueblos en Oriente Próximo

Los fenicios
Los cananeos
Los filisteos
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Palestina, como Siria y Fenicia, estaba poblada en el 2º milenio aC por gentes de lengua semita, asentadas en ese rincón mediterráneo de Asia. Hay restos arqueológicos que permiten datar su llegada hacia el 3000 aC, venidos del este, por mar. Tanto en la costa como en las llanuras o montañas, los restos se caracterizan por sus murallas de gran grosor, como las de Jericó. Es un territorio estratégico por ser paso obligado para las comunicaciones de los europeos con Egipto y Asia.

Al empezar el 2º milenio aC llegaron nuevos invasores, los amorreos, que destruyeron toda la zona montañosa y la rehicieron con ciudades más pequeñas y con menos atención urbanística.

Los fenicios

Son el pueblo mediterráneo más antiguo conocido y que llegaron a establecer colonias en Italia, Iberia y la costa africana en el primer milenio aC., destacando Cartago, fundada en 815 aC frente a la costa de Sicilia.

Se instalaron en la costa del monte Carmelo hasta Ugarit hacia el siglo XXVIII aC en la tierra de Canaán. Eran navegantes y recorrieron todo el Mediterráneo comerciando. Desde el milenio 3º aC entraron en contacto con los egipcios pues les servían madera de los cedros del Líbano y de abeto, aromas, perfumes, tintes, etc.

Es el actual Líbano y en ella existió la famosa ciudad de Biblos, que fue su capital y dió origen a las palabras derivadas: biblioteca, bibliografía, etc. Después la capital estuvo en Sidón y en Tiro. Cuando los asirios tomaron Tiro, Cartago pasó a tener su hegemonía comercial y tuvo que competir con los comerciantes griegos.



Sidón, entre 1400 y 1100 aC, fue la ciudad más importante hasta que cayó en manos de sus vecinos los filisteos, los de Goliat. Luchó y fue vencido por David en el 1010 aC, siendo Goliat un gigantón filisteo de 6 codos y 1 palmo de estatura, armado con un yelmo de bronce y una coraza de 5000 siclos de bronce; en cambio David era un muchacho imberbe, pastor en Belén pero que había matado al león y al oso que atacaba su rebaño, y le valió su honda y uno de los cinco cantos lisos que preparó en su zurrón (cf 1Sam 17, 1-58).

Tiro tuvo su hegemonía desde 1100 al 750 aC en que fue sometida a los asirios, a los caldeos, a los persas y luego a los grecorromanos. Ya desde el s VIII dC estuvo en poder de los del Islam y una temporadita en manos de los mongoles de Gengis kan.

 Nunca fue un estado unificado sino un conjunto de ciudades-estado (la moda de entonces) que sólo se confederaban ante un enemigo común. Se dice que eran hombres hábiles y dotados para la guerra y la paz, inventores de las letras y las obras de arte y de literatura, mientras Plutarco, menos benevolente, dice que es “un pueblo descortés, lleno de rencor, sumiso a los dominadores, tiránico con los que domina, feroz cuando es provocado, firme en sus propósitos y tan estricto como contario a todo humor y gentileza”.

Es un pueblo citado por Homero en la Ilíada y en la Odisea, por Plinio y por algunos pasajes de la Biblia. Jesús de Nazaret se retiró alguna vez a Tiro y Sidón con sus discípulos para intentar descansar (cf Mt 15, 21 y paralelos); también ambas ciudades las cita en una de sus enseñanzas: ”¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que han sido hechos en vosotras, hace tiempo que habrían hecho penitencia en saco y ceniza. En verdad os digo que para Tiro y Sidón habrá menos rigor en el día del Juicio que para vosotras” (Mt 11,21-22).

Durante las persecuciones a los cristianos en el Imperio romano, destacan los muchos mártires en esta tierra fenicia, sobre todo en tiempos de Diocleciano (284-305 = 21 años) y de Juliano “el apóstata” (361-363 = 2 años), yerno de Constantino y quien, agonizando por la herida de una flecha, clamó: “¡venciste, galileo!”.

Los cananeos

En la costa mediterránea, desde Sidón, en la desembocadura del río Orontes, hasta Gaza pasando por Sodoma y Gomorra, estaban los descendientes de Canaán, hijo de Cam, el menor de los tres hijos de Noé. A esta tierra, al oeste del Jordán, llegó Abram procedente de la mesopotámica Harán, emigrado por indicación de Jehová. Abram la cruzó desde el norte, llegando a Siquem, donde hizo su primer asentamiento y el primer altar a Jehová.

En esta tierra había muchos pueblos, amorreos, jebuseos, arameos, etc., que son citados por la Biblia mientras se relata la conquista de esta tierra prometida por Dios a los judíos. En su retorno de la esclavitud en Egipto, cruzaron Moab después de encontrarse con amalecitas, madianitas y edomitas. Los romanos le cambiaron el nombre de Canaán por Palestina y hoy seguimos con esa mentalidad uniformista, la del rodillo, y todos son palestinos, sin más distinciones.

Cuando se hundió el imperio hitita, llegaron a la costa los “hombres del mar” para conquistar esta tierra y que algunos historiadores del siglo XIX identifican con los filisteos. Ramsés III les arrasó en un principio pero luego les permitió reconstruirse. El primer libro de Samuel habla de las cinco ciudades filisteas, que eran la amenaza para Israel. Paradójicamente eran a la vez envidiados e imitados pues constantemente Israel cae en la idolatría por querer adorar a Baal; se comportaban “de manera abominable, yendo tras los ídolos, conforme a todo lo que hicieron los amorreos (cananeos), a los cuales expulsó Jehová ante los hijos de Israel" (1Reg 21, 25-26). 
El profeta Elías se las tuvo con los más de 400 sacerdotes de Baal mientras sacerdotes de Yavhé sólo quedaba uno.
El dios filisteo Baal fue muy famoso en la zona y en también en el extranjero pues hasta hay restos arqueológicos, y en cantidad, en la península ibérica, sobre todo por la zona de la Bética.

Entre los doce apóstoles que eligió Jesús, uno de los dos Simón era apodado “el cananeo” quizá porque era de Caná de Galilea, donde Cristo asistió invitado a una boda y convirtió el agua en vino, atendiendo los deseos de su madre María.

Su religión tenía una “trinidad o tríada de dioses: El (padre), Baal (hijo) y Asera, a la vez esposa de El y de Baal. Eran los principales dentro de su panteón divino. El era el dios principal, el creador de todas las cosas y el juez supremos que dictaba lo que hay que hacer tanto a los dioses como a los hombres.
Para pedir fecundidad en las cosechas, los ritos religiosos incluían actos sexuales en nombre de Baal, tanto hetero como homosexuales o con animales. Los sacrificios humanos eran normales para ellos y se han encontrado jarras funerarias con niños pequeños que murieron enterrados vivos. Teóricamente los judíos los aborrecían pero con no poca frecuencia abrazaban esa religión, dando la espalda a Yahvé y cayendo en la idolatría pagana.

Los filisteos

Vivían en la costa mediterránea, hoy es la llamada “franja de Gaza”. Quizá venidos por mar desde Creta, más bien piratas que querían saquear en este territorio rico por su actividad comercial, nudo gordiano entre Europa, Egipto y Asia.

Los llamados “hombres del mar” llegados a la costa palestina se citan desde 1208 aC en los textos egipcios. Pueblo bíblico que hacía la guerra a Israel, que les robó el arca de la Alianza (1Reg 4) cuando eran cinco ciudades en manos de cinco tiranos (1Sam 6, 16) pero la devolvieron y los judíos la disfrutaron durante 20 años (1Sam 7, 2). Eran tiempos de Samuel quien logró que los israelitas se deshiciesen de los ídolos baales y los astarté para ser liberados de las acechanzas filisteas.

Los filisteos eran técnicamente superiores a los hebreos pues tenían instrumentos de hierro, quizá aprendido a su paso por tierras hititas. Mientras, los hebreos y egipcios estaban en la edad de bronce.

La hegemonía filistea terminó con Sansón, profetizado que “liberaría a Israel de manos de los filisteos” (Ju 13,1-5) y ocurrió cuando, quitados los ojos, estuvo prisionero en Gaza. Les derrotó a todos a la vez durante la ceremonia festivalera en que se le hizo estar presente para mofarse de él y animar la fiesta; descalabrando las dos columnas derrumbó el edificio sobre los asistentes (Ju 16, 29-30). Los dos templos filisteos descubiertos por los arqueólogos apoyan la verosimilitud del relato bíblico. Uno en Tel Qasile, al norte de Tel-Aviv, y otro en Tel Miqne, antiguo Ekrom, a 33,6 km al sur de Tel-Aviv. Ambos tienen dos columnas centrales que sostenían el tejado.

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