martes, 16 de enero de 2018

JUAN PABLO II EN ARAUCANIA, YUCATÁN Y MADAGASCAR



La lista de viajes apostólicos del papa polaco Wojtyla se hace “interminable” (larguísima) pues tuvo un largo pontificado, desde octubre de 1978 a abril de 2005, el 2º en la historia de la Iglesia y del papado. En ellos realizó 104 viajes apostólicos visitando 129 países y en todos los que pudo pidió perdón por los pecados de los cristianos cometidos en la historia, tanto con personas concretas como con grupos o etnias enteras.

En abril de 1987, 31 años antes que Francisco, visitó apostólicamente Chile, donde se le recrimina que diera sin más la comunión al dictador Pinochet en una Eucaristía multitudinaria. En ese viaje ya estuvo en Temuco, la capital de la Araucanía. Allí se encontró con los pobladores de la periferia y de los barrios más pobres de la capital Santiago de Chile. Luego en Temuco saludó a los campesinos y mapuches en la explanada del Santuario de Maipú o Basílica de nuestra Señora del Carmen, y en la Liturgia de la Palabra, dijo, entre otras cosas:

Mapuches
«Estoy feliz al encontrarme hoy con los habitantes de La Frontera en esta ciudad de Temuco, (…) todos, por encima de cualquier diferencia étnica o cultural, sois hijos de Dios; porque, como nos dice San Pablo, todos habéis sido igualmente “elegidos de Dios” (Col 3, 15) llamados a formar un solo Cuerpo, que es la Iglesia (cf. ibíd.). Como afirma el mismo Apóstol, refiriéndose a los pueblos y categorías de su tiempo, en Cristo “no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos” (Ibíd. 3, 11).

El Papa, hoy desde Temuco, alienta a los mapuches a que conserven con sano orgullo la cultura de su pueblo: las tradiciones y costumbres, el idioma y los valores propios. 

Al defender vuestra identidad, no sólo ejercéis un derecho, sino que cumplís también un deber: el deber de transmitir vuestra cultura a las generaciones venideras, enriqueciendo, de este modo, a toda la nación chilena, con vuestros valores bien conocidos: el amor a la tierra, el indómito amor a la libertad, la unidad de vuestras familias.

En Cuilapam
Sé que en la vida de los campesinos chilenos, y en particular en la del querido pueblo mapuches existen muchas dificultades y problemas. No pocas veces habéis sido objeto de injusticias y marginaciones. Recordad que en los tiempos lejanos de la conquista hubo sacerdotes, entre los que destaca la figura venerable de fray Diego de Medellín, que elevaron su voz para hacer presente ante el Rey de España los atropellos de que eran objeto los indígenas. También hoy la Iglesia os quiere decididamente apoyar en vuestras demandas de respeto a vuestros legítimos derechos, sin dejar por ello de recordaros igualmente vuestros deberes.

La actividad que principalmente os ocupa, la misma que realizan millones de hombres de todo el mundo y la mayor parte de los habitantes de la Araucanía: el trabajo del campo. Vuestro trabajo, como he querido poner de relieve en otras ocasiones, es un quehacer noble y que ennoblece, pues os lleva a colaborar con Dios creador y a servir a los demás hombres. En efecto, con vuestra habilidad y esfuerzo continuáis la obra de la creación, haciendo que la tierra produzca los frutos que servirán de alimento a los hombres, a vuestras familias y a la comunidad.

Sin embargo, no es infrecuente que la sociedad no haga patente su reconocimiento a la dignidad de vuestro esfuerzo, ya que, mientras privilegia otros tipos de actividad laboral, no remunera suficientemente la vuestra. Como he afirmado en mi Encíclica sobre el trabajo, es preciso “volver a dar a la agricultura –y a los hombres del campo– el justo valor como base de una sana economía, en el conjunto del desarrollo de la comunidad social” (Laborem Exercens, 21) ».

El 13-X-1992 en Santo Domingo, en la Nunciatura, ante representantes de varias etnias indígenas del continente celebrando el V centenario de la evangelización del “nuevo mundo”, hizo un saludo muy breve y les entregó un Mensaje de paz.


El 11 y 12 de agosto de 1993 estuvo en Yucatán para encontrarse con las comunidades indígenas en el Santuario de Nuestra Señora de Izamal donde dijo: «Siento un gran gozo por estar hoy con vosotros en Yucatán, espléndido exponente de la civilización Maya, para tener este encuentro tan deseado por mí, con el que quiero rendir homenaje a los pueblos indígenas de América, desde la península de Alaska hasta la Tierra del Fuego.

Sois continuadores de los pueblos tupiguaraní, aymara, maya, quechua, chibcha, nahuatl, mixteco, araucano, yanomani, guajiro, inuit, apaches y tantísimos otros que han sido creadores de gloriosas culturas, como la azteca, maya, inca. Vuestros valores ancestrales y vuestra visión de la vida, que reconoce la sacralidad del ser humano y del mundo, os llevaron, gracias al Evangelio, a abrir el corazón a Jesús, que es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6).

la Iglesia católica, fiel al Espíritu de Cristo, fue defensora infatigable de los indios, protectora de los valores que había en sus culturas, promotora de humanidad frente a los abusos de colonizadores a veces sin escrúpulos, que no supieron ver en los indígenas a hermanos e hijos del mismo Padre Dios.

La denuncia de las injusticias y atropellos, hecha por Bartolomé de Las Casas, Antonio de Montesinos, Vasco de Quiroga, José de Anchieta, Manuel de Nóbrega, Pedro de Córdoba, Bartolomé de Olmedo, Juan del Valle y tantos otros, fue como un clamor que propició una legislación inspirada en el reconocimiento del valor sagrado de la persona y, a la vez, testimonio profético contra los abusos cometidos en la época de la colonización.

Aztecas
Mirando hacia vuestras realidades concretas, debo expresaros que la Iglesia contempla vuestros auténticos valores con amor y esperanza. En el mensaje que dirigí a los pueblos indígenas con motivo de la conmemoración del V Centenario del inicio de la evangelización en tierras americanas, señalé que “la sencillez, la humildad, el amor a la libertad, la hospitalidad, la solidaridad, el apego a la familia, la cercanía a la tierra y el sentido de la contemplación, son otros tantos valores que la memoria indígena de América ha conservado hasta nuestros días y constituyen una aportación que se palpa en el alma latinoamericana” (Mensaje a los indígenas de América, 1, 12 de octubre de 1992). Por todo ello, el Papa alienta a los pueblos autóctonos de América a que conserven con sano orgullo la cultura de sus antepasados».

En Ayacucho, Perú
El 2 de mayo de 1989 rindió homenaje a quienes "han aprendido a vivir juntos con sus múltiples sensibilidades etno-culturales", al llegar a Saint Denis, la capital de la isla francesa de La Reunión, situada al este de Madagascar. La isla tiene 150.000 habitantes de origen indio y varias decenas de miles de origen chino sobre el total de 575.000 habitantes.

En su homilía, el Pontífice abordó la cuestión de la dignidad del trabajo y de la responsabilidad del hombre hacia la naturaleza, "que Dios le ha confiado". El problema de la desertización y de la eliminación de los bosques y su sustitución por tierra de cultivo para el desarrollo ganadero afecta también a la isla de Madagascar.

Era la 5ª gira africana del papa polaco en la que fue a Madagascar, Malaui y Zambia.

En la Jornada del perdón, dentro de los actos del Gran Jubileo del 2000, era 12 de marzo, públicamente como Sucesor de Pedro y jefe de la Iglesia, pidió perdón por las aberraciones y pecados cristianos cometido en la historia con las cruzadas, la inquisición, la discriminación de las mujeres y el genocidio también cultural con las diversas etnias del planeta.

Hay muchos más viajes y en todos puede sacarse algo sobre las etnias.
Mayo 1980 Zaire, Congo, Kenia, Ghana, Burkina y Costa Marfil.
Febr. 1981 Pakistán, Filipinas, Guam y Japón.
Feb 1982 Nigeria, Benín, Gabón y Guinea ecuatorial.
May 1984 Papúa-Nueva Guinea, islas Salomon y Tailandia.
Febr. 1986 India,
Dic 1986 Nueva Zelanda. Etc., etc., etc.

Antes de ser papa, al arzobispo de Cracovia y cardenal, había recorrido el planeta para conocer a las etnias del mundo entero.

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