Es
muy probable que Colón tratara de demostrar a los sabios de la
Junta de Salamanca que el diámetro de la tierra era menor de lo que
efectivamente es, pues esos sabios salmantinos, con los pies mucho más en la
tierra, le aseguraban que dicho diámetro era mucho mayor, y que en
consecuencia, el periplo que proponía era mucho más arriesgado y peligroso de
lo que el marino aseguraba. Utilizo datos sacados
de Luis Antequera.
Si
bien es verdad que en el Antiguo Testamento (AT) abunda la idea de una tierra plana, y en esa idea se fundamentan algunos de los
autores del proto cristianismo al construir su concepción del planeta y la
creación, lo cierto es que la palabra “orbe” -que el DRAE define como “redondez
o círculo”- aparece en el AT referida a la tierra no
menos de una treintena de veces, entre las cuáles Isaías (s. VIII aC) dice:
“Él [Dios] está sentado sobre el orbe terrestre” (Is 40, 22)
Pitágoras |
En
la filosofía griega, la idea estaba perfectamente asentada en el siglo V aC, y
algunos de sus mejores representantes incluso buscaban fundarse en filósofos anteriores. Así Zenón (490-430 aC) opinaba que Hesíodo (s. VII aC) habría sido el primero en
afirmar que la tierra es redonda; el historiador griego Diógenes
Laercio (s. III dC)
atribuye el mérito al matemático Pitágoras (569-h. 475 aC), y el filósofo Teofrasto (371-287 aC) a Parménides (n. 530).
Herodoto (484-425 aC), en las “Historiae”,
escrito entre el 431 y el 425 aC, alude a la circunnavegación en África llevada
a cabo por los fenicios hacia principios del s. VI aC.
Platón (427-347 aC) en su “Timeo”, escribe: “[el Creador] hizo el mundo en forma de globo, redondo como un torno, con sus extremos equidistantes del centro en todas direcciones, de por sí la más perfecta de todas las figuras”.
Platón (427-347 aC) en su “Timeo”, escribe: “[el Creador] hizo el mundo en forma de globo, redondo como un torno, con sus extremos equidistantes del centro en todas direcciones, de por sí la más perfecta de todas las figuras”.
Aristóteles (384-322 aC) en su obra “De caelo” ya constata que hay estrellas visibles
desde unos lugares y no desde otros, o que la sombra de la tierra sobre la luna
durante un eclipse lunar es redonda, lo que le lleva a concluir que eso sólo es
posible en una esfera “de no gran tamaño, o de otro modo el
efecto de tan pequeño cambio de lugar no sería rápidamente aparente” (op. cit. 298 a 2–10).
Un
siglo más tarde, Eratóstenes (276-194 aC) da un paso adelante e incluso
estima la circunferencia de la tierra basándose en que en Siena, durante el
solsticio de verano, el sol se encuentra sobre la vertical mientras aún da
sombra en Alejandría, y aplicando cálculos trigonométricos, calcula la
circunferencia terráquea con gran precisión, cometiendo un error que no excede
del 15%. Parecida conclusión obtiene Posidonio (135-51 aC) usando como referencia la
estrella canopus en
lugar del sol.
En
tiempos del Imperio Romano, Cicerón o Plinio dan la redondez de la tierra por hecho
probado. Estrabón (64-24 aC) sugiere que la forma esférica de
la tierra era ya conocida por los navegantes del Mediterráneo desde los tiempos
de Homero, y cita varios fenómenos observados en el mar de los que sólo la
curvatura del mar puede ser explicación.
Ptolomeo (90-168 dC) en su “Almagesto”,
tratado básico de astronomía durante 1.400 años, expone muchos argumentos sobre
la esfericidad terráquea, entre los cuales la observación de que al navegar
hacia las montañas, estas se eleven sobre el mar, ocultas por la curvatura del
horizonte acuático.
La
idea de una tierra plana que puede extraerse de los textos del AT persiste en algunos autores del proto cristianismo. En el s. VI dC, el monje
nestoriano y viajero infatigable Cosmas
Indicopleustes (“Cosmas el viajero indio”)
aún presenta la tierra como plana. Pero simultáneamente Basilio el Grande (330-379), Ambrosio (340-397) o Agustín de Hipona (354-430) se muestran partidarios
de la esfericidad terráquea.
El
matemático indio Aryabhata (476-550 aC), en su “Aryabhatiya”,
establece que la tierra es esférica y su circunferencia de algo menos de 40.000
kms., muy similar al valor alcanzado por Eratóstenes.
El
concepto de una tierra esférica sigue también presente en los principales
autores medievales. Isidoro
de Sevilla (560-636)
afirma en sus “Etimologías” que la
tierra es redonda.
El
famoso monje san Beda
(672-735), mejor conocido como Beda
el Venerable, en su “De temporum ratione”,
explica la duración desigual de la luz del día por la redondez de la tierra.
En
el ámbito islámico, el persa Al-Farghani o Alfraganus (805-880) mide el diámetro de la tierra, y Abu
Rayhan Biruni (973-1.048),
con métodos nuevos basados en la sombra proyectada por una montaña, también lo
hace, obteniendo una circunferencia de 6.339,9 kms., apenas 16,8 km menos que
el valor real de 6.356,7 kms., o sea con un error del casi 0,2%.
La
doctora de la Iglesia santa Hildegarda
de Bingen (1.098-1.179),
describe varias veces una tierra esférica en su trabajo “Liber divinorum operum”.
Johannes de Sacrobosco (1.195-1.256) escribe su “Tractatus de
sphaera” y considera la tierra como una esfera.
La
“Divina
Comedia” de Dante
Alighieri, a principios del siglo XIV, retrata la tierra como
una esfera, discutiendo sobre las distintas estrellas visibles en cada
hemisferio y los diferentes husos horarios.
Honorio de Autun (1.080-1.153) en el “Elucidarium”, importante manual de
instrucción clerical escrito hacia 1.120, hace mención explícita de una tierra
esférica.
De
1.493 data el globo terráqueo más antiguo llegado a nuestros días, el Erdapfel (globo terráqueo en alemán) de Martin
Behaim.
Así
que las exploraciones marítimas hispano-lusas del s. XV y XVI, viajes por
África y a Asia, “descubrimiento” de América en 1.492 por Colón y los Pinzones, descubrimiento
del Pacífico por Vasco Núñez de Balboa en 1.513, no hacen otra cosa que brindar la
evidencia real de lo ya anticipado. Y la circunnavegación de Juan Sebastián Elcano convierte
la tesis en irrebatible.
Financiada
por la corona española, el 10 de agosto de 1.519 zarpaban de Sevilla cinco naves,
la Trinidad,
la Santiago, la San
Antonio, la Concepción y la Victoria, comandadas por
el portugués Fernando de Magallanes.
Tras atravesar por primera vez el que será llamado en su honor “Estrecho de Magallanes”, pasan del Atlántico al Pacífico y arriban a Cebu, donde los nativos filipinos acaban con la
vida del marino portugués. Tres años después
de partir de España, Juan Sebastián Elcano retorna a Sevilla, habiendo completado la
circunnavegación del planeta, en honor a lo cual, Carlos
V le otorgará un
escudo de armas con la leyenda “Primero
que me circundaste”, escrita con un globo terráqueo.
El próximo 30 de marzo a las 17 hrs el terraplanista Fernando Martínez Gómez-Tejedor realizará una conferencia en el paseo La Castellana de Madrid, estará conversando sobre el reto de comprobar que la tierra no es plana, la recompensa actual es de 1.000.000€ de los cuales 10.000€ fueron ofrecidos por Howard Stirrup, y 990.000€ fueron ofrecidos por Fernando Martínez Gómez-Tejedor. Tierraplana@planetmail.net o Whatsapp: +34603261072 ¿Te atreves a demostrar que realmente la tierra no es plana?
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