¿Otros planetas habitables?
La NASA ha hecho público esta semana que el
telescopio espacial Spitzer y otros telescopios terrestres han detectado un
sistema solar formado por siete planetas de tamaño similar al de la Tierra, que
orbitan una sola estrella denominada TRAPPIST-1.
En
oct de 2011 escribí sobre los extraterrestres, comentando ¿Hay ahí alguien más?, ¿Dónde están? y “Un poco de sentido común”. Comenté que pueden haber miles
de millones de planetas que, como la Tierra, estén habitados por seres, pero vete
a saber, si humanos, para-humanos, contra-humanos, anti-irracionales,
sub-racionales, etc.
Entonces dije que ya tenemos
identificados más de quinientos exoplanetas, y muy pronto rebasaríamos los mil. Lo previsible, escribí, es que aparezcan
pronto unos cuantos planetas rocosos de tamaño comparable al nuestro, y que
serán anunciados a los cuatro vientos.
La noticia de estos días es precisamente el hallazgo por la NASA de un
sistema solar con siete (7) exoplanetas del tamaño de la Tierra y que pueden
ser habitables, aunque algún experto en estas lides dice que no por ser
habitables, necesariamente tienen que tener vida.
El sistema
planetario se encuentra en la constelación Acuario y a casi cuarenta años luz
de la Tierra, "relativamente cerca de nosotros". Un año luz
equivale a casi diez billones de kilómetros (9.460.000.000.000) y, por tanto, TRAPPIST-1 se encuentra a una distancia insalvable
con la tecnología actual pues necesitamos unos 300.000 años de viaje.
Amaury Triaud |
Thomas Zurbuchen |
Los científicos están asombrados pues es la primera vez que ven tantos
planetas de una misma estrella enana (un sol). La misión
Kepler K2, lanzada en el 2014, completa el trabajo de Kepler llegando a nuevos
lugares del cielo y a nuevos campos de estudio. Y tiene suficiente combustible
para seguir identificando candidatos hasta mediados del 2018.
El
telescopio espacial James Webb, cuyo lanzamiento está previsto para octubre de
2018, tendrá una mayor sensibilidad y -dice la NASA- que "será capaz de detectar las huellas químicas
que dejan el agua, el metano, el oxígeno, el ozono y otros componentes de la
atmósfera de un planeta, además de analizar las temperaturas y presiones
superficiales de los planetas, que son factores clave para
evaluar su habitabilidad".
Plutarco |
En el Mundo
Antiguo los atomistas fueron probablemente los primeros en hacer teorías sobre la
existencia de vida extraterrestre, y varios, incluyendo a Plutarco (45-125), se preguntaron sobre los posibles habitantes
de la Luna.
El papa
Zacarías (741-752) escribió una carta en la que menciona que el sacerdote
Virgilio enseñaba una doctrina de la pluralidad de los mundos habitados pero el
pontífice desaprobaba la idea de que hubiese habitantes en los polos, en la luna,
o en el sol.
En la Edad
Media, el Cristianismo no se opuso a la idea de que Dios pudiese haber creado
otros mundos, algunos incluso más perfectos que el nuestro. El concepto medieval de “muchos mundos” no
es equivalente al que utilizamos hoy al referirnos a los diferentes planetas
que podrían estar habitados. Por “unicidad del mundo”, los autores medievales
entendían la unidad del universo, que se derivaba de la unidad de su Creador (que es una trinidad de Personas) y
de la unidad de la causa final para todo lo que existe. La unidad y la pluralidad no se oponen; al revés,
no hay unidad sin pluralidad pues no es uniformidad o unicidad.
Tomás de Aquino (1224-1274), en su Summa Theologiae, responde a la
pregunta de si existían otros mundos, afirmando que sólo existe uno (cf
I, q.47, a.3).
Nicolás de Cusa |
Nicolás de Cusa (1401-1464), cardenal y filósofo, alude a
posibles habitantes de otros mundos que él, ingenuamente, situaba en las
estrellas.
Giordano Bruno (1548-1600) pensaba que había vida en todo el universo, y no sólo en la forma de estrellas y planetas
habitados, sino también como un principio vital capaz de proveer de un alma a
las estrellas, planetas, cometas y ciertamente a todo el cosmos.
Galileo (1564-1642) y Kepler (1571-1630) nunca abordaron el
tema directamente, pero comprendieron que el sistema heliocéntrico situaba la
Tierra en una condición de gran similitud con los otros planteas solares.
Para
mediados del siglo XVII, gracias al uso del telescopio como instrumento
científico para la observación astronómica, fue revelado un número inmenso de
estrellas invisibles para el ojo humano, y por ello el interés por la vida en el universo experimentó un nuevo impulso.
El astrónomo
italiano Giovanni Schiaparelli (1835-1910) anunció la posibilidad de vida
inteligente en el planeta Marte con sus famosas observaciones de “canales” en
la superficie del planeta rojo, unas estructuras regulares, sobre las cuales
había llamado previamente la atención el astrónomo jesuita Angelo Secchi
(1818-1878).
Alfred R.
Wallace (1823-1913), quien no era astrónomo sino naturalista y uno de los
promotores, junto a Darwin, de la teoría de la evolución por selección natural,
sostuvo una vigorosa defensa de un universo antropocéntrico, en abierto
desacuerdo con la tesis pluralista.
José Gabriel Funes, siendo
director del Observatorio Astronómico del Vaticano, que llevan los jesuitas,
dijo en 2008 que podrían existir otros seres vivientes además de los conocidos
ya que no podemos poner límites a la libertad creadora de Dios.
Repetidas
veces la prensa se ha hecho eco de avistamientos de OVNIS como si fueran naves extraterrestres. Pero incluso la CIA norteamericana reconoció haber atribuido a los OVNIS lo que
eran aviones espías.
Otras veces se ha explicado como objetos de origen humano
(globos sonda, fragmentos de satélites artificiales, etc.).
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