Ante el Sínodo de la Amazonia

Francisco presidió la reunión de
apertura del Presínodo de la Amazonia, celebrada el 12 de abril de 2018, en el
Vaticano, ante los 18 miembros del
Consejo pre-sinodal y los 13 expertos en temas amazónicos encargados de la
preparación del Sínodo de la Amazonía que tratará
sobre el tema "Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología
integral".
En esta reunión el Papa recordó que el Sínodo de la Amazonia comenzó ya en Puerto Maldonado, en el encuentro
que mantuvo con los pueblos amazónicos, durante su Viaje Apostólico a Perú.
Se
calcula que en la Amazonia, la selva más grande del planeta, puede haber un
millón de habitantes aborígenes, en unas 400 tribus. Algunos de ellos han
tenido contacto con los hombres “civilizados” pero se “sabe” que hay tribus
inconectadas del mundanal mundo. En la Amazonia pueden ser 145 de las 160 en
total en el planeta. Unos cuantos de esos grupos son los
supervivientes de las atrocidades cometidas antaño con sus antepasados, de los brutales
robos de tierras, cuando eran el blanco de madereros, terratenientes y otros
por los que fueron asesinados. Hoy día muchas tribus están en peligro evidente
de extinción por la desforestación y los estropicios que causan los ganaderos.
Recordar
las cosas buenas del pasado, evidentemente que sirve para atender el presente y
diseñar el futuro.


Los
jesuitas habían fundado en Paraguay las “Reducciones”, originales colonias de
indígenas, repúblicas guaraní, distintas a las llevadas por dominicos o
franciscanos, pues los indígenas no los consideraban ciudadanos de segunda clase, sino
protagonistas ya que los jesuitas no dudaban considerarlos verdaderos hijos de
Dios. Los historiadores dirán que esas “Reducciones” lograron un grado tan
elevado de civilización que nunca se había visto pero fueron destruidas por las
miserias humanas de otros cristianos.
De las Reducciones Jesuitas del Paraguay se ha escrito: “parecían
un triunfo de la humanidad”. ¿Quién las calificaba sintéticamente de tal modo?
¿Acaso un católico en euforia apologética? ¡No!

Lo dijo el cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina y Prefecto de la Congregación para los Obispos, en la apertura de las Jornadas organizadas por la Embajada del Paraguay ante la Santa Sede, pronunciadas el lunes 27 de mayo de 2013, en la Real Academia de España.
Fueron palabras, nada menos, que de Voltaire, por lo general tan
virulentamente agresivo contra la Iglesia católica. ¡Sí!, fueron un verdadero
triunfo de humanidad, porque un puñado de jesuitas fueron capaces de poner a
las tribus guaraníes en condiciones materiales, culturales y religiosas para
afirmar y valorizar la propia humanidad.
Según Ouellet, evangelización y promoción humana se conjugaron
indisociables, sólo movidas por el amor
a la vida y al destino de los pueblos indígenas. No hubo en todo el tiempo
colonial experiencia semejante de educación e instrucción de los indígenas, de
edificación de comunidades de personas y familias y de comunión de bienes, de
formación técnica y cultivo de las artes, de crecimiento artesanal e
industrial, de productividad en el trabajo agrícola, de participación de los
indígenas en la organización de la vida colectiva y civil.

Yo creo que se puede afirmar con muchas razones -seguía diciendo el cardenal Ouellet- que la brutal
expulsión de todos los jesuitas de los territorios sometidos a las coronas
española y portuguesa y la consiguiente dispersión de los pueblos misioneros
constituyó la destrucción de la más importante experiencia social de verdadero
progreso en tierras del “Nuevo Mundo” y una de las causas más graves de su
posterior atraso.

Las misiones jesuíticas me traen a la memoria que tenemos hoy al
primer jesuita como Sucesor de Pedro, que viene de aquellas tierras de la
Cuenca del Plata y que nos llama hoy a ir hacia todas las periferias humanas,
sociales y culturales para anunciar el Evangelio y desplegar la fuerza
constructiva de la caridad.
En el santoral
se celebra a los 40 jesuitas mártires en Brasil y otros tres en Uruguay, Paraguay y
Argentina, muertos en 1628; después de incendiar las Reducciones, tiraron sus
cuerpos a las llamas. Son los primeros mártires sudamericanos canonizados por
Juan Pablo II en 1988.


A la
llegada de los españoles, la población precolombina se calcula que podría ser
entre 6 y 8 millones, que habitaban Centroamérica, el mar del Caribe y Brasil a
lo largo del valle del Amazonas. Salvo las dos grandes civilizaciones
precolombinas (incas y aztecas), la mayoría de pueblos amerindios estaban en un
estado de avance cultural muy primitivo.
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