

Son una minoría religiosa cuyos orígenes se remontan 2.000 aC. Son etnia kurda, heredera del zoroastrismo persa (del siglo VII al IV aC) y algo del esoterismo del sufismo islámico. Se calculan unos 860.000 ó 1.020.000 de seguidores, la mayoría en Mosul y pequeñas comunidades en Armenia, Georgia, Irán, Turquía, Siria y Rusia cuyo censo de 2.002 decía que eran allí 31.273.

Creen que Dios mandó a Melek Taus a retirar la lápida que cubría la tumba de
Jesucristo para que éste pudiera salir y que se quedó en el lugar del templo.

La historia de esta minoría ha sido desgraciadamente marcada
por indecibles violaciones de
los derechos humanos como robos, esclavitud, tortura,
conversiones forzadas y asesinatos y la destrucción de sus templos. Del
siglo XVI al XIX fueron perseguidos por el Imperio otomano y en estos últimos
años han sido víctima de persecuciones desde la caída de Saddam Hussein y luego
con las atrocidades del Estado Islámico (EI). En 2014, en el que EI tuvo su
punto álgido, fueron cientos de miles yazidíes
que tuvieron que perder sus hogares o hacerse musulmanes.
El Alto
Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados estima que al
menos 5.500 yazidíes han sido
asesinados y
miles han sido y permanecen secuestradas, muchas de ellas mujeres, convertidas
en esclavas sexuales.

Una vez más –dijo Francisco- alzo mi voz en favor de los derechos de los
yazidíes, sobre todo por su derecho a existir como comunidad religiosa. Nadie
puede atribuirse el poder de eliminar un grupo religioso porque no es parte de
los 'permitidos'.
El Papa lamentó también que en muchas partes del mundo aún hay
minorías religiosas y étnicas, también cristianos, perseguidos por su fe.
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