La madre tierra gime
El clima de la Tierra nunca ha sido estático pues está
sometido a variaciones en decenios o miles o incluso millones de años. Se
conoce el ciclo de unos 100.000 años, de períodos glaciares, seguido de
períodos interglaciares.
Pero en la actualidad
existe un consenso científico, casi generalizado, en torno a la idea de que
nuestro modo de producción y consumo energético está generando una alteración
climática global, que provocará, a su vez, serios impactos tanto sobre la
Tierra como sobre los sistemas socioeconómicos.
El efecto de
invernadero es la retención del calor del Sol en la atmósfera de la
Tierra por parte de una capa de gases en la atmósfera. Sin ellos la vida tal
como la conocemos no sería posible, ya que el planeta sería demasiado frío
llegando a los -20ºC. Entre estos gases se encuentran el dióxido de carbono, el
óxido nitroso y el metano, emitidos por la industria, la agricultura y la combustión
de combustibles fósiles que están consiguiendo que la concentración haya aumentado
un 30% desde el siglo XX, y esa actuación humana deshace el equilibrio que la
naturaleza misma realiza.
En promedio, la temperatura ha aumentado aproximadamente
0,6°C en el siglo XX. El nivel del mar ha crecido de 10 a 12 centímetros y los
investigadores consideran que esto se debe a la expansión de océanos, cada vez
más calientes y a que los hielos polares se derriten y el agua solida polar se
convierte en líquida.
La OMS ha advertido que la salud de millones de personas
podría verse amenazada por el aumento de la malaria, la desnutrición y las
enfermedades transmitidas por el agua.
Aunque existen incertidumbres que no permiten cuantificar con
la suficiente precisión los cambios del clima previstos, conviene tomar medidas
de forma inmediata, de acuerdo al denominado "principio de
precaución" al que hace referencia el Artículo 3 de la Convención Marco
sobre Cambio Climático de 1992.
Hay
científicos que atribuyen a efectos extra-terrestres los causantes del cambio
climático actual y los cambios de siempre en el planeta Tierra. Hay otros
científicos que atribuyen el cambio climático a efectos intra-terrestres como
los fenómenos meteorológicos conocidos como “El Niño”, erupciones volcánicas,
etc. En el Cretácico,
cuando los dinosaurios estaban a sus anchas y aún no existía el ser humano en
el planeta, pues esa era existió hace 145 millones de años hasta los 67 mill, el CO2 era más elevado que ahora y la Tierra
estaba 8°C más cálida.
Con la aparición de los seres vivos desde las bacterias, en la Tierra se puso en marcha
la fotosíntesis que es una acción
natural oxigénica pues las algas marinas (sobre todo) y las plantas terrestres,
absorben y fijan CO2, y emiten O2.
Su acumulación en la atmósfera favoreció la aparición de los organismos aerobios que
lo usan para respirar mientras devuelven CO2, como los mamíferos y demás fauna..
Los pueblos indígenas
serán los primeros en sentirse afectados por el cambio climático, ya que su
supervivencia depende de los recursos naturales de su entorno, y cualquier
cambio, como por ejemplo sequías extremas, pueden amenazar su vida.
En un informe
publicado en 2009, la ONG Survival International denunciaba el impacto de las medidas de
mitigación del cambio climático sobre los pueblos indígenas, como los
biocombustibles, la energía hidroeléctrica, la conservación de los bosques y la
compensación de las emisiones de carbono. Según el informe, dichas medidas
facilitan a gobiernos y empresas violar sus derechos y reclamar y explotar sus
tierras.
El
papa Francisco, con su “encíclica verde” “Alabado sea” (Laudato si, LSi, 2015).
intenta concienciar a los hombres y mujeres de buena voluntad acerca del
problema real que existe y dice que “hay que mantener con claridad la conciencia
de que en el cambio climático hay responsabilidades diversificadas” (SS, 52)
“Estas situaciones provocan el gemido de la hermana tierra (…) un clamor
que nos reclama otro rumbo (…) El problema es que no disponemos todavía de la
cultura necesaria para enfrentar esta crisis y hace falta construir liderazgos
que marquen caminos” (LSi, 53).
“Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional.
El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en
el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente” (LSi, 54).
“Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos
encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático (…) La
humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios
de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este
calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan”
(LSi, 23).
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