miércoles, 19 de mayo de 2010

El ISLAM, UN PROYECTO UNIVERSAL




En junio de 1995, con motivo de la inauguración de la mezquita de Roma, Juan Pablo II declaraba que “este acontecimiento constituye un signo elocuente de la libertad religiosa que aquí se reconoce a todo creyente (…) me alegro de que los musulmanes se puedan reunir en oración en la nueva mezquita de Roma, espero vivamente que a los cristianos y a todos los creyentes se les reconozca en todo el mundo el derecho a expresar libremente su fe”.

Treinta años antes el Concilio Vaticano II decía que “si en el transcurso del tiempo surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren sinceramente una mutua comprensión, defiendan y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y libertad para todos los hombres” (Nostra Aetate 3).


El objetivo del islamismo es convertir toda la humanidad en “Umma-nidad” como una exigencia revelada e impuesta por Allah. Han fracasado todos los intentos habidos para interpretar de otra manera el Corán. 

El proselitismo es “políticamente incorrecto” aunque es algo natural en el ser humano, está en la constitución psico-somática del hombre que tiene que comunicar sus convicciones. Juan Pablo II en Redemptoris missio recuerda que lo malo no es el proselitismo en sí, sino la variante aberración del fanatismo proselitista o del proselitismo fanático por el que el “creyente” no se limita a “exponer” o “proponer” su fe, sino “imponer” como mandato divino (cf RM 8 y 39).

Lo que en otros países se llama “guerra santa”, en árabe se dice jihad que significa esfuerzo, lucha en el camino de Allah. Aunque la jihad mayor es la lucha interior de un hombre contra sí mismo en la vertiente moral, ascética o mística, también existe la jihad menor o “guerra santa militar” que es un recurso eficaz para que todos los hombres sean musulmanes. Su objetivo no es el exterminio masivo o la muerte del infiel, sino extender los derechos de Allah a todo el mundo. “Guerra santa menor” fue la “Marcha Verde” organizada por Marruecos hacia el Sahara, entonces español, sin armas pero con el Corán en la mano. Gadafi la propuso contra Suiza por su decisión antidemocrática de ilegalizar los minaretes de las mezquitas.

Actualmente los chiítas y los fundamentalistas siguen la tradición clásica islámica y dividen el mundo en dos: la mansión del islam o del “sometimiento” a Allah, donde no debe hacerse la guerra; y la mansión de la guerra o de los países no musulmanes y donde -según los fundamentalistas- los gobernantes islámicos se han contaminado del materialismo occidental. En el Corán hay 150 aleyas (versículos) dedicados a la “lucha” en su versión militar que es causa del perdón de los pecados y del éxito mayor, la entrada en el paraíso (cf Corán 2,186/93, 2,212/16, 61,12).

La mayoría musulmana está en el subcontinente hindú y los árabes ocupan el tercer puesto. En su primer siglo de existencia, el Islam fue un vasto Imperio unificado que rigieron miembros de la tribu de Mahoma, parientes suyos próximos a los primeros califas (lugartenientes). Así como los judíos venían organizados en doce tribus y los cristianos en iglesias hoy llamadas particulares, ellos se organizaron en “comunidades” (ummas) cuyo jefe reúne en su persona todos los poderes.

Para los sunitas el jefe debe salir de la dinastía de los príncipes árabes Omeyas y aunque la Revelación está cerrada y, por consiguiente, sólo cabe entender e interpretar el Corán a través de la tradición oral (sunna) y de las enseñanzas de los famosos maestros, ellos admiten el valor de esa tradición oral y del trabajo intelectual para la interpretación de la Ley. Por eso son más abiertos y más fáciles para el diálogo. De todas maneras son la secta ortodoxa que ha resucitado el islamismo y desde Djamal al-Din al-Afgani se diseñan doctrinas políticas que quieren resucitar los nacionalismos pero con la intocable esencia islámica. Se hablará de socialismo pero islámico.


Frente a ellos, los chiítas afirman que en los descendientes de Alí y Fátima, hija del Profeta, se halla el carisma de gobierno y la asistencia divina para enriquecer la ley. Cuando los últimos descendientes de Alí desaparecieron, se habló de ellos como del Oculto (Mahdi) que un día aparecería para restaurar el Islam. De vez en cuando surgen personajes que quieren ser reconocidos como Mahdíes: en Sudán surgió uno a finales del siglo XIX y dio origen a una de las conocidas guerras coloniales y a la muerte del general Gordon. Propicios a actitudes intransigentes. Ya en el siglo XI, como consecuencia de las Cruzadas, el fanatismo generó una de las más terribles sectas, que preconizaba la muerte del enemigo por la violencia y sembraron el terror por algunas zonas, llamados “asesinos” o “tomadores de hachís”.

Los jarichíes (separados) son los que sostienen que el poder reside en la propia umma que es la que debe arbitrar los medios para gobernarse. Propiciaron la aparición de los nacionalismos cuando en el siglo XI los berberiscos en Occidente y los turcos en Oriente tomaron el relevo a los árabes.

Desde la 2GM, en el mundo musulmán se registra el despertar nacionalista por el recelo hacia las antiguas potencias coloniales junto con el afán de imitar su nivel técnico. A la vez, en los dos últimos decenios del siglo XX, dentro de este mundo musulmán, asistimos al combate desde el islamismo puro contra los gobiernos que intentan occidentalizarse. El fenómeno se destapó con la revolución iraní tras la destitución del pronorteamericano Sha de Persia por parte del ayatollah Jomeini. Algo parecido está ocurriendo en Argelia. 

El influjo islámico lo capitanea el sunnismo que no quiere perder las antiguas esencias culturales-religiosas y se vuelve a exigir los usos del pasado como por ejemplo el velo de las mujeres y el atuendo masculino. Los wahhabíes combaten el lujo y quieren un puritanismo que recupere la vida más sencilla y simple del pasado. Toman el nombre de Muhammad ben ‘Abd al-Wahhab del siglo XVIII. El Babismo iraní es un radicalismo chiíta de este corte.

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