Generalidades de estos “indios”
Algunos pueblos nativos
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Se desecha la idea de que los aborígenes norteamericanos sean autóctonos pues parece estar claro que proceden de migraciones llegadas desde Asia. Quizá la primera fue hace 40.000 años, al final de la glaciación de Wisconsin y llegaron al sudoeste hace 12.000 años (aprox.). A los procedentes del norte podrían haberse unido otra corriente migratoria en el Neolítico que aportaron rasgos mongoloides. Pasar por los hielos desde Siberia a Beringia es posible en cualquier momento pero el acceso desde Alaska hacia el sur, que es por la ruta del valle del río Mackenzie, estuvo cerrado hace unos 20.000 años, por lo que debieron pasar antes.
Al llegar los europeos había 118 grupos étnicos, 9 de ellos eran tribus esquimales; grupos con lenguas y culturas distintas aunque coincidían en varias cosas como el respeto e integración con la Naturaleza (la usaban y no abusaban), sentido comunitario y profundo sentido religioso.
Hoy día los Estados Unidos de Norteamérica son la potencia mundial en todos los aspectos pero al llegar los europeos eran los pueblos más atrasados del planeta. Ni siquiera conocían la rueda, iban a pie y su arma era el arco y las flechas. Amaban la independencia y solían confederarse para la guerra ofensiva o defensiva, bajo un jefe único, asesorado por un consejo de ancianos.
Generalidades de estos “indios”
Para los “indios” de las llanuras y praderas, la creencia en el mundo de los espíritus era parte incuestionable de la vida cotidiana. No se podía tomar ninguna decisión importante ni emprender ninguna tarea sin primero buscar la ayuda y aprobación de los seres sagrados que gobernaban los asuntos humanos.
Creen en el poder mágico de la Naturaleza. Los “falsos rostros”, que personifican en una sociedad secreta, reciben determinados ritos y períodos festivos en primavera, otoño e invierno. Los danzantes creen que poniéndose las máscaras que reproducen a los demonios, tendrán su mismo poder de curar enfermedades, prevenir epidemias y poder ejercer tales efectos agitando sonajeros de carey y frotando el cuerpo del enfermo con ceniza caliente.
En estos “indios” hay una cultura diferente de las demás. Un rito peculiar es la caza de cabelleras (scalp) y gustaban de reunirse en fiestas sociales, como la famosa Calumet, la del bastón mágico en forma de pipa adornada con plumas. Las tribus agrícolas adoraban a la Madre Tierra más profundamente que los cazadores. Una característica de su mitología es el héroe de aspecto humano que viene en ayuda del hombre oprimido y libera del mundo de los monstruos. La ceremonia más famosa es la “Danza del Sol” que representa la institución integradora y estructural de las tribus de las llanuras. Psicológicamente representaba la disciplina culminante, redentora y cooperativa que estructuraba la personalidad del joven, renovaba la del anciano, abría en la mente la perspectiva hacia un mundo más noble y extraía fuerza y alegría de la tribu y del universo para alimentar el corazón del individuo. Los distintos subgrupos solían reunirse durante el verano, época de reproducción del búfalo y cuando formaba grandes rebaños y, con los pastos jugosos, se reunían miles de caballos.
La totalidad acampaba formando un gran círculo de tiendas (tepees), simbolizando la unidad tribal. En el centro del círculo se erigía un tepee sagrado en donde se realizaban los ritos preliminares del rito principal; los que iban a ser iniciados recibían su instrucción, mientras la gente fumaba, festejaba y oraba. Curiosa coincidencia con la Europa cristiana donde las iglesias se construían en la plaza central del pueblo. Entre tanto, las mujeres tenían su reunión y el sacerdote elegía una virgen de carácter excepcional para que derribara el árbol del que se obtendría el poste de la “Danza del Sol” que duraba cuatro días completos y durante los cuales nadie comía ni bebía. Durante la danza se efectuaban las ordalías.
Las tribus de las praderas comerciaban con los españoles y franceses llegados a la región.
Algunos pueblos nativos
Los sioux, siguiendo al búfalo, ocupaban las praderas del norte, las actuales dos Dakotas, el norte de Nebraska, el este de Wyoming y el sureste de Montana. En 1780 eran unos 10 mil y un siglo después 25 mil. Eran patriarcales y polígamos, animistas, adoraban al sol y se adornaban con plumas.
Creían en Wakantanga (el gran misterio), el creador, divinidad tribal que disfrutaba de cuatro jerarquías y era adorado de igual manera por todos ellos. También adoraban a Ptehincalasanwi (la mujer búfalo blanco), asociada a leyendas y mitos de los dakota con el búfalo, animal del que extraían casi todo (piel, carne, huesos y nervios para hacer cuerdas). También adoraban a unk ksa (la tierra) y temían a unk cegi (tierra morena), un hombre peludo que se les aparecía cuando había peligro. Los dakota, igual que los chippewa, tenían sociedades secretas como la Logia de la Medicina; los teton celebraban la Danza del sol y otras ceremonias religiosas. La autoridad del chamán era indiscutible y en todos los grupos, salvo los teton, el régimen era democrático pues se elegía al jefe por aclamación popular y mandaba bajo la supervisión del consejo de la tribu.
El principio del fin empezó el 3 septiembre 1855 cuando el coronel William Harney, con 1.300 soldados arrasó la aldea de Bruleé como represalia a la captura de una vaca (que había huido de un rancho) que entendían como un robo. Una banda del jefe Oso Conquistador se tomó la venganza por su cuenta y se inició la espiral de violencia. El 18 agosto 1862 se levantaron las tribus sioux de Minnesota; los supervivientes se refugiaron con los teton occidentales. Dos años después el 90% de sioux fue asesinado y muchísimos teton fueron muertos o hechos prisioneros. Es lamentable la "Masacre de Sand Creek" del 29 noviembre del 64 cuando el pastor metodista, con una tropa de voluntarios, arrasó el campamento indio cercano, a pesar de tener oficialmente la protección del ejército y mostrar bandera blanca; mataron a 105 niños y mujeres y 28 hombres. En 1890 es asesinado Toro Sentado (sitting bull) y el 29 diciembre el Séptimo de Caballería arrasaba el campamento de Big Foot, al mando del anciano Nube Roja. Eran asesinados más de 250 “indios”, contando niños y mujeres. Toro Sentado había dicho: “si el gran Espíritu hubiera deseado que yo fuera un hombre blanco, me habría hecho blanco … ¿es un agravio amar a mi pueblo? ¿soy malvado porque mi piel es roja? ¿Porque soy un sioux? Dios me hizo un indio”.
Los cheyenes eran una nación compuesta por dos tribus y diez grupos que en los s XVII y XVIII se trasladaron de la zona de los Grandes Lagos a la actual Dakota del norte y Minnesota. La llegada de masas de colonos con la fiebre del oro en el Colorado, desató la respuesta violenta de este pueblo, asociado a los sioux, para defender su tierra.
Los potawatomi eran seminómadas de los bosques, cazadores y pescadores nocturnos usando fuego en la proa de sus canoas. Los hombres iban medio desnudos con una cinta en la cabeza para ponerse plumas. Sus armas eran el arco y el cuchillo. Practicaban la poligamia, la adoración del sol y la luna y no tenían totem. A su creador, el gran Espíritu le llamaban Manidowkama. Tras una especie de diluvio universal, el Viejo Pueblo fue guiado en una canoa por Nuestro Padre y su caudillo Muskrat, quien desembarcó en tierra y vino a ser Wiske (maestro de toda la vida). De él son descendientes los potawatomis.
El jefe “indio” Pontiac, con 40 años, encabezó en mayo de 1743 la guerra siguiendo la doctrina de Neolín, proclamado profeta en Ohio y que proponía expulsar a todos los invasores europeos, desechar armas y no comerciar ni tener relación alguna con ellos. Su tropa era de 260 individuos que fueron emboscados y sobrevivieron sólo 90. En el 66, Pontiac y otros 60 jefes “indios” firmaron el tratado de paz en Oswego (New York). En el 69 fue asesinado en Illinois de un hachazo en la espalda por un amerindio llamado Kaskakia.
Rose-Philippine Duchesne (+1852 con 83 años), fue religiosa misionera 34 años entre los pieles rojas del Missisipi, canonizada por Juan Pablo II en 1988. Ese territorio fue vendido por Napoleón a los americanos por 80 millones de francos. Los pieles rojas potawatomi en Sugar Creek (Kansas) la llamaban “la mujer que siempre reza”.
Los comanches eran las tribus de las llanuras, originarias de las Montañas Rocosas y que bajaron a explorar las planicies cuando ya habían llegado colonizadores españoles. Estos les llamaron comanches que es como les sonaba la palabra nativo kohmatcia (enemigo). Se caracterizaron por usar el caballo y atacar en bandas. Los caballos los robaban o compraban incluso cerca de Chihuahua, en México. Después de emigrar a Oklahoma, los hostiles fueron los kyowa. El jefe comanche Diez osos firmó el tratado de paz que les concedía casi 3 millones de acres como reserva. La continua presencia del ejército en el territorio y la invasión continua de colonos que ignoraban el tratado provocaba lógica tensión.
Su cultura era muy rica en mitologías y su religión aumentó las experiencias visionarias de las tribus de las praderas. Son famosos Nube Blanca, capaz de ver un lince a 5 km de distancia y Topo Alado que era ciego y dentro de sí veía lo que nadie podía otear.
Katharine Drexel (+1955 con 97 años), religiosa fundadora de las HH del Santísimo Sacramento, canonizada en 2000 por el papa Wojtyla, nacida en Philadelfia, Pensilvania, viajó al oeste americano y descubrió la penosa e infrahumana condición de los afroamericanos e “indios”. En una audiencia con León XIII le pidió misioneros para aquella tarea pero el Papa le sugirió que lo hiciera ella misma y así fundó su Congregación.
Al llegar los europeos había 118 grupos étnicos, 9 de ellos eran tribus esquimales; grupos con lenguas y culturas distintas aunque coincidían en varias cosas como el respeto e integración con la Naturaleza (la usaban y no abusaban), sentido comunitario y profundo sentido religioso.
Hoy día los Estados Unidos de Norteamérica son la potencia mundial en todos los aspectos pero al llegar los europeos eran los pueblos más atrasados del planeta. Ni siquiera conocían la rueda, iban a pie y su arma era el arco y las flechas. Amaban la independencia y solían confederarse para la guerra ofensiva o defensiva, bajo un jefe único, asesorado por un consejo de ancianos.
Generalidades de estos “indios”
Para los “indios” de las llanuras y praderas, la creencia en el mundo de los espíritus era parte incuestionable de la vida cotidiana. No se podía tomar ninguna decisión importante ni emprender ninguna tarea sin primero buscar la ayuda y aprobación de los seres sagrados que gobernaban los asuntos humanos.
Creen en el poder mágico de la Naturaleza. Los “falsos rostros”, que personifican en una sociedad secreta, reciben determinados ritos y períodos festivos en primavera, otoño e invierno. Los danzantes creen que poniéndose las máscaras que reproducen a los demonios, tendrán su mismo poder de curar enfermedades, prevenir epidemias y poder ejercer tales efectos agitando sonajeros de carey y frotando el cuerpo del enfermo con ceniza caliente.
En estos “indios” hay una cultura diferente de las demás. Un rito peculiar es la caza de cabelleras (scalp) y gustaban de reunirse en fiestas sociales, como la famosa Calumet, la del bastón mágico en forma de pipa adornada con plumas. Las tribus agrícolas adoraban a la Madre Tierra más profundamente que los cazadores. Una característica de su mitología es el héroe de aspecto humano que viene en ayuda del hombre oprimido y libera del mundo de los monstruos. La ceremonia más famosa es la “Danza del Sol” que representa la institución integradora y estructural de las tribus de las llanuras. Psicológicamente representaba la disciplina culminante, redentora y cooperativa que estructuraba la personalidad del joven, renovaba la del anciano, abría en la mente la perspectiva hacia un mundo más noble y extraía fuerza y alegría de la tribu y del universo para alimentar el corazón del individuo. Los distintos subgrupos solían reunirse durante el verano, época de reproducción del búfalo y cuando formaba grandes rebaños y, con los pastos jugosos, se reunían miles de caballos.
La totalidad acampaba formando un gran círculo de tiendas (tepees), simbolizando la unidad tribal. En el centro del círculo se erigía un tepee sagrado en donde se realizaban los ritos preliminares del rito principal; los que iban a ser iniciados recibían su instrucción, mientras la gente fumaba, festejaba y oraba. Curiosa coincidencia con la Europa cristiana donde las iglesias se construían en la plaza central del pueblo. Entre tanto, las mujeres tenían su reunión y el sacerdote elegía una virgen de carácter excepcional para que derribara el árbol del que se obtendría el poste de la “Danza del Sol” que duraba cuatro días completos y durante los cuales nadie comía ni bebía. Durante la danza se efectuaban las ordalías.
Las tribus de las praderas comerciaban con los españoles y franceses llegados a la región.
Algunos pueblos nativos
Los sioux, siguiendo al búfalo, ocupaban las praderas del norte, las actuales dos Dakotas, el norte de Nebraska, el este de Wyoming y el sureste de Montana. En 1780 eran unos 10 mil y un siglo después 25 mil. Eran patriarcales y polígamos, animistas, adoraban al sol y se adornaban con plumas.
Creían en Wakantanga (el gran misterio), el creador, divinidad tribal que disfrutaba de cuatro jerarquías y era adorado de igual manera por todos ellos. También adoraban a Ptehincalasanwi (la mujer búfalo blanco), asociada a leyendas y mitos de los dakota con el búfalo, animal del que extraían casi todo (piel, carne, huesos y nervios para hacer cuerdas). También adoraban a unk ksa (la tierra) y temían a unk cegi (tierra morena), un hombre peludo que se les aparecía cuando había peligro. Los dakota, igual que los chippewa, tenían sociedades secretas como la Logia de la Medicina; los teton celebraban la Danza del sol y otras ceremonias religiosas. La autoridad del chamán era indiscutible y en todos los grupos, salvo los teton, el régimen era democrático pues se elegía al jefe por aclamación popular y mandaba bajo la supervisión del consejo de la tribu.
El principio del fin empezó el 3 septiembre 1855 cuando el coronel William Harney, con 1.300 soldados arrasó la aldea de Bruleé como represalia a la captura de una vaca (que había huido de un rancho) que entendían como un robo. Una banda del jefe Oso Conquistador se tomó la venganza por su cuenta y se inició la espiral de violencia. El 18 agosto 1862 se levantaron las tribus sioux de Minnesota; los supervivientes se refugiaron con los teton occidentales. Dos años después el 90% de sioux fue asesinado y muchísimos teton fueron muertos o hechos prisioneros. Es lamentable la "Masacre de Sand Creek" del 29 noviembre del 64 cuando el pastor metodista, con una tropa de voluntarios, arrasó el campamento indio cercano, a pesar de tener oficialmente la protección del ejército y mostrar bandera blanca; mataron a 105 niños y mujeres y 28 hombres. En 1890 es asesinado Toro Sentado (sitting bull) y el 29 diciembre el Séptimo de Caballería arrasaba el campamento de Big Foot, al mando del anciano Nube Roja. Eran asesinados más de 250 “indios”, contando niños y mujeres. Toro Sentado había dicho: “si el gran Espíritu hubiera deseado que yo fuera un hombre blanco, me habría hecho blanco … ¿es un agravio amar a mi pueblo? ¿soy malvado porque mi piel es roja? ¿Porque soy un sioux? Dios me hizo un indio”.
Los cheyenes eran una nación compuesta por dos tribus y diez grupos que en los s XVII y XVIII se trasladaron de la zona de los Grandes Lagos a la actual Dakota del norte y Minnesota. La llegada de masas de colonos con la fiebre del oro en el Colorado, desató la respuesta violenta de este pueblo, asociado a los sioux, para defender su tierra.
Los potawatomi eran seminómadas de los bosques, cazadores y pescadores nocturnos usando fuego en la proa de sus canoas. Los hombres iban medio desnudos con una cinta en la cabeza para ponerse plumas. Sus armas eran el arco y el cuchillo. Practicaban la poligamia, la adoración del sol y la luna y no tenían totem. A su creador, el gran Espíritu le llamaban Manidowkama. Tras una especie de diluvio universal, el Viejo Pueblo fue guiado en una canoa por Nuestro Padre y su caudillo Muskrat, quien desembarcó en tierra y vino a ser Wiske (maestro de toda la vida). De él son descendientes los potawatomis.
El jefe “indio” Pontiac, con 40 años, encabezó en mayo de 1743 la guerra siguiendo la doctrina de Neolín, proclamado profeta en Ohio y que proponía expulsar a todos los invasores europeos, desechar armas y no comerciar ni tener relación alguna con ellos. Su tropa era de 260 individuos que fueron emboscados y sobrevivieron sólo 90. En el 66, Pontiac y otros 60 jefes “indios” firmaron el tratado de paz en Oswego (New York). En el 69 fue asesinado en Illinois de un hachazo en la espalda por un amerindio llamado Kaskakia.
Rose-Philippine Duchesne (+1852 con 83 años), fue religiosa misionera 34 años entre los pieles rojas del Missisipi, canonizada por Juan Pablo II en 1988. Ese territorio fue vendido por Napoleón a los americanos por 80 millones de francos. Los pieles rojas potawatomi en Sugar Creek (Kansas) la llamaban “la mujer que siempre reza”.
Los comanches eran las tribus de las llanuras, originarias de las Montañas Rocosas y que bajaron a explorar las planicies cuando ya habían llegado colonizadores españoles. Estos les llamaron comanches que es como les sonaba la palabra nativo kohmatcia (enemigo). Se caracterizaron por usar el caballo y atacar en bandas. Los caballos los robaban o compraban incluso cerca de Chihuahua, en México. Después de emigrar a Oklahoma, los hostiles fueron los kyowa. El jefe comanche Diez osos firmó el tratado de paz que les concedía casi 3 millones de acres como reserva. La continua presencia del ejército en el territorio y la invasión continua de colonos que ignoraban el tratado provocaba lógica tensión.
Su cultura era muy rica en mitologías y su religión aumentó las experiencias visionarias de las tribus de las praderas. Son famosos Nube Blanca, capaz de ver un lince a 5 km de distancia y Topo Alado que era ciego y dentro de sí veía lo que nadie podía otear.
Katharine Drexel (+1955 con 97 años), religiosa fundadora de las HH del Santísimo Sacramento, canonizada en 2000 por el papa Wojtyla, nacida en Philadelfia, Pensilvania, viajó al oeste americano y descubrió la penosa e infrahumana condición de los afroamericanos e “indios”. En una audiencia con León XIII le pidió misioneros para aquella tarea pero el Papa le sugirió que lo hiciera ella misma y así fundó su Congregación.
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