martes, 1 de junio de 2010

ETNIAS EN ÁFRICA NEGRA (1)

Pueblos del África negra
Rasgos de estas religiones
=============================




En extensión el continente africano es el 20% de la superficie seca del planeta mientras su población sólo es el 12%. A los factores climáticos, al problema de los suelos mediocres y otros factores naturales, hay que contar con las terribles y mortíferas enfermedades crónicas que siempre han padecido estas poblaciones, como la malaria, fiebre amarilla, viruela, tifus, tuberculosis, sífilis, sida, etc. Sin olvidar los 30 ó 40 millones que sufrieron la plaga de la esclavitud que diezmaron la población como lo siguen haciendo las guerras intertribales con los consiguientes efectos colaterales de hambrunas, masas errantes desplazadas de sus tierras, etc.

Según un reciente informe de la Fundación Pew Forum on Religion and Public Life, al empezar el siglo XX los cristianos y musulmanes eran una minoría, un 25% pero en 2010 los musulmanes se han multiplicado por 20 (son 234 millones) y los cristianos por 70, pasando de 7 a 470 millones. El Vaticane Informe Service de 28 abril pasado dice que en el período 2000-2008 el catolicismo en África ha crecido un 33% mientras que en Europa un 1,17%. Pero allí las religiones tradicionales coexisten con el cristianismo y el islam con un sincretismo que no se preocupa de las incoherencias doctrinales que conlleva

Pueblos del África negra

Toda el África negra subsahariana, antes de la extensión del cristianismo y del islamismo, era un conglomerado de tantas religiones aborígenes como etnias: bosquimanos, hotentotes, pigmeos y negros puros, aunque varios de ellos son mezcla con los blancos o hamitas de donde derivan los bantúes del centro y zona meridional, los nilotas del valle del Nilo y los semi-hamitas de Kenia, Uganda, Tanzania, sobre todo los masai. Las tres primeros etnias están hoy día casi extinguidas.

Los hamitas son de raza blanca, procedentes de Arabia y Oriente Medio, de estatura alta, nariz delgada y recta y labios poco pronunciados. Penetrando por el valle del Nilo se fueron mezclando con los negros aborígenes.

Los kikuyus son los bantúes de Kenia, unos 5 millones o sea el 20% de esa población. Era kikuyu el primer presidente tras la independencia, Jomo Kenyatta, y lo es el actual Mwai Kibaky, así como Wangari Muta Maathai, ganadora del Premio Nobel de la Paz. Llegarían del norte en el siglo XVI aC y mantuvieron buenas relaciones con sus vecinos los masai hasta el colonialismo que alteró las cosas africanas. Los ingleses expropiaron mucho territorio suyo para construir la línea férrea desde la costa al lago Victoria. Eran monoteístas creyendo en un solo dios (como los masai y los kamba) llamado Ngai y que creen que vive en la cima del monte kenia.

Los masai, altos, delgados, con una capa roja, están de pie sobre una sola pierna (como las cigüeñas) apoyados en el asta de su lanza. Hoy no llegan a ser 900 mil individuos. Son ganaderos, nada agrícolas, viven en manyattas, círculo de chozas fabricadas con excrementos animales, paja y barro. No se dejan fotografiar salvo que se les de una compensación económica. La circuncisión es el rito por el cual los jóvenes pasan a ser guerreros.

Los pigmeos estuvieron otrora ampliamente extendidos por los bosques ecuatoriales del centro, desde Camerún a Burundi, pasando por los dos Congos y Gabón. Son los más pequeños del planeta, de piel clara y sus bebés son blancos. En griego “pygmaios” quiere decir de “un codo de alto”. También recolectores y cazadores, son trashumantes en busca de alimentos. Fueron descubiertos por los egipcios 4.500 años aC y luego fueron citados por Homero, Aristóteles, Herodoto, etc. Pío XI en 1923 financió la tarea evangelizadora y los misioneros partían con la ventaja de que eran y son monoteístas. El anciano de una tribu, al lado del fuego, canta: “al principio era Kmvum (el creador), Kmvum solo…” Para ellos la poligamia es rara pues es fuente de discordias y creen que las disputas son fatales para el éxito de la caza.

Los zulús desempeñaron un importante papel en Sudáfrica durante el siglo XIX y XX pues con el apartheid fueron considerados ciudadanos de 2ª división y hoy día han logrado todos sus derechos. La mayoría son cristianos, un 33% de iglesias africanas independientes, un 15% son católicos y un 7% metodistas.

Rasgos de estas religiones

Siendo muchas las religiones primitivas, sin embargo puede hablarse de ciertas características comunes como, por ejemplo, el naturalismo en el que tanto la religión como el hombre se hallan inmersos en el medio ecológico, constituyendo todo un microcosmos, desde el dios creador hasta la basura de la aldea. El hombre no sólo vive en la Naturaleza, sino con ella y no la quiere dominar aunque esté frente a ella. Parece oírse el eco del lejano budismo oriental (o al revés).

Casi siempre tienen un mito, alrededor de su rey, de un héroe antepasado fundador del clan. Todas las tribus -por su politeísmo- son tolerantes con sus miembros y como la religión asegura la cohesión social y justifica las instituciones, se oyen ecos del hinduismo y del confucionismo (o al revés). Practican unos ritos muy ceremoniales que buscan dar fecundidad al ganado, fertilidad a los campos, traer la lluvia o tener eficacia en la caza.

No creen en el pecado pues sólo admiten correctivos para las transgresiones de tabúes o las ofensas a dioses o antepasados pues son animistas con una particular concepción ultraterrena por la que los muertos viven entre los vivos. Esta creencia en una transvida (manismo) supone una solidaridad vital entre vivos y muertos motivada por el temor a los espíritus, y la creencia de que pueden ser propiciados por determinados ritos y cultos, como, por ejemplo, el culto al cráneo.

Por el recuerdo, sacrificios y alimentos que se dejan en lugares apropiados de la casa, del patio y en algún paraje cercano a la vivienda, a cambio los manes se presentan propicios; por el contrario, su olvido puede tener consecuencias graves. El manismo no parece suficiente para explicar lo que algunos han querido ver como el origen de la religión. Ni el manismo ni el animismo se practica en todos los pueblos primitivos y, de ser así, no son características obligatorias de culturas originales, ocupan un lugar secundario frente a otros cultos y sus divinidades no derivan del culto a los muertos.

Cada familia reverencia a los espíritus de antepasados con un culto familiar donde el más anciano asume la dirección de los ritos y sacrificios que suelen celebrarse con ocasión de acontecimientos familiares (esponsales, enfermedad grave, etc.). Entre los jaggas de la parte oriental conservan resabios de exogamia clánica; las mujeres que entran en una familia, procedentes de otro clan, no toman parte en los actos cultuales. Todo esto también se da en culturas de otros continentes de tipo agrario matriarcales de Indonesia y Melanesia y entre los yámanas de Tierra de Fuego, en el cono sur americano.

En los actos religiosos de los africanos puede actuar cualquiera como celebrante aunque generalmente hay personas especializadas, como magos, hechiceros, brujos, curanderos, adivinadores. Todos éstos son los que en otras culturas (china, americana) se llaman chamanes o mediadores entre el mundo sobrenatural de los espíritus y el mundo humano de la tribu. También los caciques pueden monopolizar la religiosidad cultual, haciendo las veces de chamanes. Sus cultos tienen a veces formas degeneradas y, en realidad, antirreligiosas, como la magia, la superstición, la hechicería, etc.

En África occidental la clase sacerdotal tiene un particular desarrollo como institución. Se suelen distinguir dos categorías de sacerdotes: los oficiales de la comunidad o del grupo, adscritos a los templos y responsables del culto comunitario, y los que actúan por libre: lluvieros, curanderos, brujos y adivinos. El templo tiene personalidad jurídica (como en los países civilizados) que puede tener posesiones, tierras e incluso servidumbre o esclavos. Los sacerdotes son beneficiarios de sus rentas, al igual que de los sacrificios. Antes de la penetración del hombre blanco, los sacerdotes tenían, sobre todo, la misión de administrar justicia. En los lugares más tradicionales, se suele utilizar la ordalía como procedimiento judicial. Consiste en una bebida ponzoñosa preparada para el caso; si el acusado soporta la prueba, queda proclamada su inocencia.

Junto a los sacerdotes y chamanes ocupan un lugar de excepción los metalúrgicos y herreros ya que son profesiones heredadas, cuyos conocimientos y habilidades son inaccesibles para los otros miembros de la comunidad, por lo que estos artesanos están rodeados por una aureola de misterio.
Párrafo aparte son las sociedades secretas de carácter completamente distinto al sacerdotal que, sobre todo, abundan en África occidental. Siendo secretas, sin embargo se conocen unas 150 de tipo judicial y policial dedicadas habitualmente al abuso y la extorsión.

Muchas religiones aborígenes son astrolátricas por su culto a los astros, propio de las tribus de pastores. Otras son zoolátricas o culto a los animales sobre todo en pueblos con temor supersticioso a ciertos animales feroces, como ocurre con el leopardo en Benin (Dahomey). En cambio los batokas se quitan los dientes por querer parecerse al toro. En muchas tribus es una serpiente el objeto de culto, incluso tienen santuarios dedicados a ella, y se considera un gran crimen causarles daño. Otros son totemistas como las tribus cazadoras, que, para la caza, se alían con las fuerzas de la jungla y con seres no humanos superiores al animal. Cada clan tiene su totem o figura simbólica que puede ser un objeto, un animal o una planta.

El fetichismo es una palabra que fue aplicada por primera vez por los marineros portugueses al conocer las poblaciones aborígenes de la costa atlántica del África occidental. Con ella designan los objetos de uso común y diario a los que los nativos dan una incomprensible importancia: dientes, uñas, cuernos, colas, plumas, conchas, bastones, harapos, astros, etc. Parece que el fetichismo no es algo primitivo sino más bien una añadidura tardía y, por tanto, los elementos primigenios de este culto no explican el sustrato común a todas las religiones de la Tierra que algunos han querido ver. El fetiche (sucman) no es elemento principal de la religión africana y cuando se da, aparece como fenómeno accidental, fruto de prácticas de brujería tribal.

En ninguna parte ha existido ni existe por sí mismo y menos en el campo científico donde no se encuentra justificante etnológico alguno que autorice a considerarlo como una etapa más o menos independiente en los inicios de la experiencia religiosa de la humanidad. El fetiche es un dios personal al que se acude si los otros dioses no hacen caso; es un objeto al que se atribuyen poderes sobrenaturales o mágicos, es una potencia impersonal en cierto modo equivalente al maná polinesio, como una fuerza vital que opera y se acumula en algunas cosas, personas o lugares. Para el nativo africano es el bien más envidiado que permite tener éxito en la vida, lograr la felicidad o apartar la desgracia. El poder del fetiche depende de la cantidad de potencia acumulada en él; si con el tiempo su fuerza declina, puede recargarse con sacrificios, ofrendas, hechizos o clavándole clavos, como en las invocaciones a los antepasados y a los espíritus. De todos modos, el culto del fetiche no se rinde a los emblemas en que residen los espíritus o antepasados, sino a éstos, por lo que los emblemas no son más que auténticos símbolos religiosos. Se llama amuleto cuando el individuo lo lleva sobre su cuerpo fundamentalmente como protector pasivo contra el mal, en tanto que el talismán protege activamente contra un determinado daño y es manipulado mediante prácticas mágicas.

La Iglesia, por su parte, ha procurado cristianizar las fiestas y las costumbres paganas por lo que muchas celebraciones cristianas tienen cierta similitud con las paganas, por ejemplo, ciertas formas folklóricas como romerías, peregrinaciones, gigantes y cabezudos, hogueras, tracas, etc. Ciertos objetos de culto (lámparas votivas, exvotos, etc.) estaban también en uso entre los paganos por la natural necesidad de expresar de algún modo visible los sentimientos religiosos.

1 comentario: