viernes, 7 de octubre de 2011

Los extraterrestres


¿Hay ahí alguien más?
¿Dónde están?
Un poco de sentido común
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¿Hay ahí alguien más?

Existe hoy un empeño, cada día mayor, en demostrar que los humanos no somos los únicos vivientes en este enorme, inmenso, cosmos, lleno de miles de millones de galaxias, que a su vez tienen miles de millones de soles y por tanto habrá miles de millones de planetas que como la Tierra estén habitados por seres, vete a saber, si humanos, para-humanos, contra-humanos, anti-irracionales, sub-racionales, marcianitos, etc. Si hubiera algo o alguien, aparte de los seres espirituales (ángeles), los católicos no sufriríamos ningún shock en nuestra fe.

México y Guatemala acaban de desclasificar documentos, objetos y códices que supuestamente avalan el contacto de los extraterrestres tendrían en su día con los mayas. Su publicidad es un proyecto cultural para 2012 que, al menos, servirá evidentemente para dar un buen impulso al turismo en esa selva americana con esos monumentos simpar. Son unas pirámides en el corazón de la selva que no dejan en paz las neuronas de cualquier humano normal. No solo por la coincidencia con las pirámides en el desierto egipcio.

Para el 21 de diciembre de 2012 el calendario maya pronostica una gran catástrofe capaz de destruir el mundo. Algunos, menos neuróticos y más comedidos, demuestran que es una fecha que señala el fin de una etapa del calendario maya y el correspondiente inicio de otra, de 5.125 años de duración.


Michael Cohen, de AllNewsWeb, después del OVNI de Jerusalem,. ha subido a la web el 17 de Abril de 2011, un video en el que es posible ver lo que podría describirse como un alien muerto, hallado en una zona muy fría que se describe como Rusia. No es la primera vez que se presentan extraterrestres hallados muertos, como aquel dado a conocer en 2006 por Tercer Milenio. Al parecer éste ruso se murió de frío.

Pensamos que los extraterrestres pueden viajar a su antojo por el cosmos ya que aprovechan los agujeros negros (black-hole) o las singularidades o los agujeros gusano (worm-holes). Nosotros, los terrícolas, tan poca cosa pero que lo sabemos todo, creemos que somos los mejores, los únicos, aunque en realidad nos conformamos con admitir que el 85% de la materia es desconocida y la llamamos “anti-materia” o “materia negra” o “energía oscura”; y nos quedamos tan panchos. Pero -¡oh paradojas de la vida!- es que nuestra ciencia nos dice que la longevidad de los agujeros negros es una fracción de segundo por lo que nada material puede cruzarlos. Es que la probabilidad de que las singularidades de dos agujeros negros, separados por miles de años luz, para poder cruzar la rendija, contactaran, es cero. Etc.

¿Dónde están?


Es famosa la frase del físico nuclear Enrico Fermi, pocos años después de la última guerra mundial: “Si hay extraterrestres… ¿dónde están?” No se puede contestar con certeza, pero sí se puede decir que, conforme la ciencia avanza, tendríamos que situarlos cada vez más lejos. Desde siempre, la imaginación humana ha situado la posibilidad de otros seres habitando los astros observados. La creencia en los marcianitos quedó abolida definitivamente cuando la sonda Mariner-4 envió fotografías de Marte a partir de 1965.

Son los descubrimientos científicos los que han empujado a buscar esa vida cada vez más lejos. Las estrellas más cercanas son las tres que forman el grupo Alfa Centauro. La más cercana, llamada por eso Próxima (Proxima Centauri) es demasiado pequeña para tener esperanzas fundadas y no se le han detectado planetas, pero, en cualquier caso, está a 4.2 años–luz de nosotros. La sonda más rápida lanzada hasta el momento, Voyager I, que ya ha traspasado la zona planetaria y se dirige al espacio interestelar, viaja a unos 17 kilómetros por segundo. A esa velocidad, una sonda necesitaría unos 75.000 años para alcanzar Próxima.

Ya tenemos identificados más de quinientos exoplanetas, y muy pronto rebasaremos los mil. Lógicamente, hemos empezado por lo más fácil, planetas de gran masa –grandes bolas gaseosas que se miden en “Júpiters”– y planetas muy cercanos a la estrella que orbitan. La Tierra, así como cualquier planeta con esperanza de albergar vida, no encaja en ninguna de estas categorías, y de momento no se han detectado planetas del tamaño de la Tierra en una órbita idónea para albergarla. Con todo, se avanza en esta dirección. Ya hay unas 35 supertierras confirmadas, y casi 300 por confirmar, aunque en bastantes casos el método de detección no permite saber si son supertierras o minineptunos. También existen media docena de “tierras” por confirmar; la más segura tiene una masa ligeramente superior a la de la Tierra (1.35), y orbita a una estrella muy parecida al Sol, pero está demasiado pegada a ella (su año dura un poco más de un día), aparte de estar a la ya respetable distancia de 127 años luz.

Lo previsible es que aparezcan pronto unos cuantos planetas rocosos de tamaño comparable al nuestro, y que serán anunciados con titulares del estilo de “encontrado un planeta como el nuestro”. Lo que se dirá menos es que la semejanza en solidez y tamaño es sólo un primer requisito, al que deben seguir muchos más.

Un poco de sentido común

La astronomía y astrofísica no pueden por sí mismas demostrar ni la existencia ni la inexistencia de Dios. Su método empírico se lo impide. Pero una cosa es la astronomía, y otra el astrónomo. Éste puede reflexionar a partir de su ciencia –lo cual, se dé cuenta o no, le hace salir de la misma y entrar en terreno filosófico–, y, como ser humano, tiene sus creencias y sus ideas. Tiene su propia cosmovisión, en la que las distintas teorías astronómicas encajan mejor o peor.

La cuestión de una visión cósmica que de alguna manera apoye la creencia en Dios o tienda a desmentirla se tenía que trasladar a la cuestión de si hay vida extraterrestre, sobre todo vida inteligente. En la actualidad, los avances en la observación espacial y en el procesamiento de los datos de esa observación permiten expandir nuestros conocimientos.

Para más de uno, y sobre todo para muchos divulgadores de la ciencia –los científicos auténticos son más rigurosos– significa que se comprueba la falsedad de las religiones cuando colocan a la tierra o al sol en el centro del universo, que se hace difícil sostener que la creación ha sido hecha para el hombre, y que deja de tener sentido mantener la condición privilegiada que tiene el hombre en su relación con Dios.

Esto último es particularmente importante con el cristianismo y el plan redentor divino que sostiene. ¿Habría que admitir que Dios se habría encarnado también en otro tipo de seres inteligentes? Y si no es así, ¿por qué iba a resultar el hombre privilegiado con respecto a otros seres posiblemente más inteligentes? De ahí que, quienes desean ver una ciencia que destruya la religión (sobre todo el cristianismo, y entre todo el cristianismo el católico en primer lugar), tengan verdadera prisa en que los descubrimientos confirmen su visión, y que aparezca vida.

Teóricamente podrían existir extraterrestres en otros planetas o en otras galaxias. Se suponen “inteligentes” pero, si no son personas, no harán nada para conectar con nosotros. Es el hombre quien necesita comunicarse con ellos (como Adán hacía poniendo nombre a los animales) y si no les localizamos, no contactaremos. Ellos no pueden llevar la iniciativa si no son seres personales. Los ángeles sí pueden contactar con nosotros y tomar la iniciativa porque son seres personales; de hecho enseña la Revelación que son ellos quienes toman la iniciativa de contactar con el hombre. 
Estos seres "celestiales" son espíritus puros y por tanto no tienen materia y por eso no pertenecen a este cosmos que nos alucina y fascina. Ellos no viajan más rápidos que la luz pues se trasladan a la velocidad del pensamiento. La espiritual es otro mundo, tan real como el material en el que vivimos.

Puede haber seres “inteligentes” o conocedores que no sean personas como el radar, la antena, etc., pero en el cosmos no puede haber animales racionales (inteligentes) que no sean personas. La posibilidad de seres extraterrestres inteligentes, personales, humanos o algo así, puede perfectamente quedar agotada con las miríadas de personas angélicas. Es metafísicamente imposible ser a la vez animal e inteligente (en el sentido humano) sin ser persona. La “inteligencia" animal no es solamente distinta de la humana en grado.

La ciencia no es optimista ni pesimista, simplemente sabe lo que sabe. Y sobre los cuerpos celestes cada vez sabe más. Pero es un saber más que descarta muchas expectativas, las cuales, sean sostenidas por el gran público o por los científicos, no son propiamente ciencia, aunque la estimulen. Lo que de verdad se sabe tiene la tendencia a alejar la posible vida extraterrestre de la Tierra, y a considerarla como bastante más escasa –si es que la hay– de lo que se pensaba hasta el momento. La pretensión de encontrar esa vida en fechas próximas y de pensar que cada vez nos acercamos más a ese descubrimiento no obedecen a lo que muestra la ciencia, sino más bien al deseo de que suceda así.

Para un católico, la lejanía de seres vivos en el espacio sería tan irrelevante como lo ha sido la lejanía en el tiempo. Nunca ha constituido un problema doctrinal en la Iglesia Católica la existencia de tiranosaurios o de trilobites, formas de vida extintas mucho antes de la aparición del hombre sobre la Tierra. Tampoco lo es ni lo va a ser el hipotético hallazgo de una bacteria, una planta o un animal cósmicos. La posible vida no inteligente extraterrestre, más simple o más compleja, es un asunto que interesa a la ciencia, no a la teología.

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