sábado, 15 de febrero de 2020

LA DIGNIDAD DE LOS INDÍGENAS (y 2)

De África y Asia

Subsaharauis
Lo que Francisco escribe en la Ex ap “Querida Amazonia” (QA, 2020) para los indígenas de la Amazonia, está basado en las mismas ideas evangélicas que manifestó Juan Pablo II en múltiples ocasiones y en sus muchos viajes pastorales por todo el planeta. 

En cualquier punto de la Tierra pueden y deben aplicarse las cosas de la Amazonia sin perder de vista que “los distintos grupos, en una síntesis vital con su entorno, desarrollan un modo propio de sabiduría. Quienes observamos desde afuera deberíamos evitar generalizaciones injustas, discursos simplistas o conclusiones hechas sólo a partir de nuestras propias estructuras mentales y experiencias” (QA, 32). “Hay que evitar entenderlos como salvajes «incivilizados»”. (QA, 29).

Para la preparación del Gran Jubileo del 2000, Juan Pablo II propuso: “Hoy miramos con sentido de gratitud y también de responsabilidad cuanto ha sucedido en la historia de la humanidad a partir del nacimiento de Cristo, principalmente los acontecimientos entre el Mil y el Dos mil. De un modo muy particular dirigimos la mirada de fe a este siglo nuestro” (TMA, 17).

Tanto para los del continente africano como asiático puede y debe tenerse en cuenta lo que hoy dice Francisco: “No es sano que nos habituemos al mal, no nos hace bien permitir que nos anestesien la conciencia social” (QA, 15).

Etíopes
Tras la Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos, en la Ex ap “La Iglesia en África” (Ecclesia in Africa, EinAf, 1995), Juan Pablo II dejaba escrito que “la celebración de la Asamblea especial manifestó al mundo entero que las Iglesias locales de África tienen un puesto legítimo en la comunión de la Iglesia, tienen derecho a conservar y desarrollar «sus propias tradiciones (…) defiende las diferencias legítimas y al mismo tiempo se preocupa de que las particularidades no sólo no perjudiquen a la unidad, sino que más bien la favorezcan”.

Los primeros misioneros –se sigue leyendo en el documento de Wojtyla- que llegaron al corazón de África se maravillaron, del mismo modo que los cristianos de los tiempos apostólicos, ante la efusión del Espíritu Santo. Los primeros siglos del cristianismo vieron la evangelización de Egipto y de África del Norte. Una segunda fase, relativa a las regiones del continente situadas al sur del Sahara, tuvo lugar en los siglos XV y XVI. Una tercera fase, caracterizada por un esfuerzo misionero extraordinario, se inició en el siglo XIX. En estos últimos decenios numerosos países africanos han celebrado el primer centenario del comienzo de su evangelización.

En un mundo controlado por las naciones ricas y poderosas, África se ha convertido prácticamente en un apéndice sin importancia, a menudo olvidado y descuidado por todos (…) África, no obstante sus grandes riquezas naturales, se encuentra en una situación económica de pobreza (…) Las culturas africanas tienen un agudo sentido de la solidaridad y de la vida comunitaria. No se concibe en África una fiesta que no sea compartida con todo el poblado”.

masai
Se debe ayudar a los laicos a tomar cada vez más conciencia del papel que deben ocupar en la Iglesia, reconociendo así la misión que les es propia como bautizados y confirmados. Deben ser preparados cuidadosamente para su actividad política, económica y social con una sólida formación en la doctrina social de la Iglesia, para que sean testigos fieles del Evangelio en su ámbito de acción”.

Fue en Asia –escribió Juan Pablo II en la Ex ap post sinodal “La Iglesia en Asia (EinAs, 1999)- donde Dios, desde el principio, reveló y realizó su proyecto de salvación. Guió a los patriarcas (cf. Gn 12) y llamó a Moisés (cf. Ex 3, 10)… En la «plenitud de los tiempos» (Ga 4, 4), envió a su Hijo unigénito, Jesucristo, el Salvador, que se encarnó como asiático (...) La Iglesia en Asia atravesará el umbral del tercer milenio cristiano (…) fortalecida por la convicción de que «como en el primer milenio la cruz fue plantada en Europa y en el segundo milenio en América y África, así en el tercer milenio se pueda recoger una gran cosecha de fe en este continente tan vasto y con tanta vitalidad».

Cuando a finales del siglo XV llegaron a Asia los portugueses, el inmenso continente (Europa parece un apéndice peninsular suyo) estaba repartido entre una muy variada serie de Estados y culturas muy antiguas, algunas ya desaparecidas pero “madres” de las actuales. En el oeste asiático, entre Tigris y Eufrates, del 5000 al 2400 aC moraron los sumerios; entre 2360 y 2065 aC los acadios. Del 2100 a 1960 aC: los neosumerios todos ellos emparentados con los semíticos del norte. Ciudades-estado al sur de Mesopotamia (hoy Iraq).

En el centro asiático vivían los indoeuropeos o arios que siempre estaban de pelea con los occidentales semíticos y penetraron por el Bósforo a Asia menor. En el 2000 aC hubo otra oleada fundando los hititas. Unas tribus se quedaron en planicie iraní, otras bajaron a las llanuras del Indo.

de Nepal
En el siglo XIII, tras la conquista de Irán por los mongoles –antes había sido conquistada por los árabes en 637-, llegaron los primeros misioneros católicos: el franciscano Giovanni de Pian del Carpine (1265) y el dominico Ascelino de Cremona. La conversión al catolicismo de Sartaq, hijo del Gran-Kahn Batu, hizo que en Europa corriera el rumor de que era posible un fecundo apostolado. Con Abbas I el Grande, la obra misionera conoció cierta prosperidad y la guerra contra los turcos le hizo ponerse en contacto con el Papa Gregorio VIII que le ofrecía tropas y le prometía la unión de Irán con Roma, si permitía el envío de sacerdotes y garantizaba la libertad para que predicaran la religión de Cristo. Pero se truncaron los planes por la conquista de Irán por parte del príncipe de Kabul (Afganistán) en 1722.

Gregorio XVI en 1838 luchaba con el Patronato que reivindicaba todos los derechos en la India que quería limitar al Papa su jurisdicción desde que en 1834 se habían roto relaciones diplomáticas Portugal y la Santa Sede. León XIII pudo instituir la jerarquía ordinaria residencial y a finales del XIX había más de dos millones de católicos.  Desde 1890 se han descubierto documentos y más de 200 monumentos que hablan del s. XIII y XIV en que había 15 ciudades cristianas que encontró Marco Polo en su estancia (1275-92).

hindúes
En la costa este y sureste asiática moraban pueblos malayos, influidos tanto por lo hindú como por lo chino, que en el XV reciben fuerte impacto cultural musulmán. Al norte, el Imperio chino de la dinastía Ming pervivía cerrado en sí mismo, manteniendo celosamente su identidad.

En los siglos XVI-XVIII, el Patronato portugués facilitó una nueva etapa evangelizadora en Indonesia, Indochina, India, Japón y China. Desde México, el Patronato español fue a Filipinas y desde allí a Indonesia, China, Japón e Indochina. Empezaron a evangelizar los capellanes navales portugueses, luego los misioneros franciscanos, agustinos, dominicos, y SJ con centro de operaciones en Goa. En 1549 empezó Francisco de Javier en Japón y desde Filipinas se fue a Indonesia: Java, Sumatra, Borneo, Célebes, isla Sonda y Timor.

Entre 1583 y 1601, fueron los SJ italianos Ricci (†1610 con 58 años) y Ruggieri quienes evangelizaron China con una particular metodología de diálogo, de escucha y de no ser un quiste europeo y –para bien- también crearon las controversias con la "liturgia china" hasta que el papa Pío XII resolvió definitivamente la controversia a favor de la propuesta de Ricci. Benedicto XVI escribió 5 cartas sobre Ricci y al conmemorar el 4º centenario de su fallecimiento reconocía que “su ejemplo sigue siendo hoy modelo de encuentro entre la civilización europea y la china” por “su capacidad, innovadora y peculiar, de acercarse con pleno respeto a las tradiciones culturales y espirituales chinas buscando “una armonía posible entre la noble y milenaria civilización china y la novedad cristiana (…) porque el Evangelio es un mensaje universal de salvación, destinado a todos los seres humanos, sea cual sea el contexto cultural o religioso al que pertenezcan”.

Tribu Karen
A finales del s XIX se dio en China la primera revolución cultural (luego la repetiría Mao Tse Tung) y la guerra del opio pues, so capa de llevar cartas de presentación de eclesiásticos europeos para iniciar puntos de evangelización, los comerciantes europeos sin embargo establecieron el tráfico de la droga, desconocida en aquel inmenso país. También las persecuciones a los cristianos ocurridas en Japón fueron motivadas por el anti-europeísmo y anti-cristianismo que se había allí larvado.

Los pueblos de Asia –decía Juan Pablo II- se sienten orgullosos de sus valores religiosos y culturales típicos, como por ejemplo: el amor al silencio y a la contemplación, la sencillez, la armonía, el desapego, la no violencia, el espíritu de duro trabajo, de disciplina y de vida frugal, y la sed de conocimiento e investigación filosófica” (EinAs).



Jesús es la buena nueva para los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares que buscan el sentido de su vida y la verdad de su misma humanidad” (EinAs).

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